Terapia Individual

El hecho de sentirse triste o decaído no implica necesariamente que usted padezca una depresión. Los momentos de tristeza, amargura o desolación forman parte de la vida y estas variaciones en el estado de ánimo no deben confundirse con las que experimenta una persona deprimida. En la depresión, estos sentimientos se presentan de forma casi continua y causan un malestar significativo en una o varias áreas de la vida.

En ocasiones, las exigencias de la vida pueden volverse demasiado grandes como para hacerles frente. Cuando esta situación se prolonga durante mucho tiempo, termina siendo perjudicial para la salud, ocasionando problemas de concentración, irritabilidad, inquietud, desinterés, problemas para dormir, problemas sexuales, etc.

La ansiedad es una respuesta normal del organismo que todos experimentamos a veces (por ejemplo, durante un examen o en una exposición en público). Entendida de este modo no es negativa, pero puede convertirse en un problema cuando los síntomas son graves, se prolongan en el tiempo, son muy frecuentes o aparecen en situaciones que realmente no deberían generarnos ansiedad.

Los trastornos sexuales engloban diferentes modos de incapacidad para participar en una relación sexual deseada. A lo largo de la vida, es común presentar algún tipo de disfunción sexual que, lógicamente, va a repercutir en la calidad de nuestra vida. Además, los problemas sexuales no sólo afectan al paciente, sino que también afectan a la pareja, por ello, en la medida de lo posible, la terapia debe intentar realizarse en pareja.

Las adicciones se caracterizan fundamentalmente por la pérdida de control para limitar o interrumpir el consumo de la sustancia y por la relación de dependencia que se establece con la misma. La noción de “adicción” no se limita sólo al consumo de drogas. De hecho, existen hábitos de conducta aparentemente inofensivos que, en determinadas circunstancias, pueden convertirse en adictivos e interferir gravemente en la vida cotidiana de las personas afectadas, como la adicción al juego, al trabajo, al ejercicio físico, etc.

La publicidad, los cánones de belleza y la continua presión social a la que estamos sometidos han contribuido a que el físico sea una preocupación para todos nosotros. Sin embargo, en algunas ocasiones, esa preocupación puede llegar a convertirse en una obsesión, dando lugar a trastornos de la alimentación como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, atracones, etc. En otros problemas de la alimentación como la obesidad o el trastorno por atracón, el tratamiento psicológico también resulta eficaz.